Aunque el órgano de la parroquia de Santa Genoveva es pequeño y tiene pocos registros posee un potente fuelle para hacer llegar el aire a cada uno de los tubos. Hasta mitades del siglo XX esta actividad la tenía que hacer manualmente alguna persona -el fuellero o, en Navarra, el manchador-. La ventaja de los fuelles eléctricos es que conservan fácilmente la misma presión durante todo el tiempo; si el fuellero se cansaba, el órgano podía perder presión y, por tanto, aire y enmudecer.