ENTREVISTAS
Ofrecemos dos entrevistas -una realizada en persona y otra por correo electrónico- que pueden resultar interesantes. También hemos ampliado el contacto a otros organistas, como Jesús Ruiz y todos los organistas tienen en común su amabilidad y el amor por la música y por el órgano de tubos.
- Benantzi Bilbao.
He aquí un extracto de aquella entrevista:
19 de Diciembre de 2014. (Iglesia de San Ginés, de Madrid, y chocolatería Chiky)
Sr. Bilbao, en primer lugar, muchas gracias por dedicarnos su tiempo esta tarde para ayudarnos en la elaboración de nuestro proyecto sobre los Órganos de Tubos, de los que pensamos que forman parte de nuestro patrimonio cultural. Nos gustaría plantearle en esta entrevista nuestras dudas y algunos aspectos generales:
¿Qué es el temperamento de un órgano?
¿Cómo distingue un órgano por época?
¿En qué se fija en un órgano cuando lo va a tocar por primera vez?
¿Qué prefiere: transmisión mecánica o eléctrica?
¿Desde dónde se oye mejor un concierto de órgano en una Iglesia?
¿Qué es para usted un órgano “10”?
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1. Temperamento de un órgano:
El temperamento en una persona es la forma de actuar que tiene cada individuo, es decir, su carácter. Sin embargo, en un órgano, con el término temperamento nos referimos a su forma de presentar sus sonidos y la forma con la que se comporta según su transmisión; esta puede ser mecánica o eléctrica. El temperamento de un órgano se caracteriza por ser fiel a su estado, forma y sonido durante toda su vida, pero la falta de una persona que toque este instrumento hace que el órgano se desafine y se estropee. Suele ser igual en todos los órganos existentes.
2. Época de un órgano:
Un órgano tiene muchas formas de clasificarse, por número de tubos, estilo, trompetería, etc... pero uno de los análisis más importantes para estudiar un organo son las distintas fechas de construcción que afectan a este instrumento. La época de un órgano puede estar comprendida entre los siglos XVIII-XX donde se le reconocerá como un instrumento antiguo y desde el siglo XX hasta hoy en día, donde hablaremos de un órgano moderno. Los órganos clásicos o antiguos se pueden clasificar en diferentes etapas relacionadas con los periodos artísticos del momento. Cada época presenta sus adelantos técnicos, sus combinaciones de sonidos más típicas, su disposición de los tubos…; no es fácil resumir eso aquí.
3. ¿En qué me fijo la primera vez?:
Al igual que otros muchos organistas, al tocar un instrumento por primera vez, me gusta documentarme y preguntarle al organista encargado del instrumento o incluso al párroco. Con ellos hablo y discuto a cerca de las características más especiales y de sus errores en cuanto al instrumento. Una vez sacadas mis propias conclusiones me dedico a practicar y a probar todos y cada una de las diferentes modalidades y registros posibles hasta conseguir quedar satisfecho. También me interesa cómo se pueden combinar los diferentes sonidos, el efecto sonoro que se produce, si puedo guardar memoria de esas combinaciones o necesitaré un ayudante… No sé; un órgano es como un ser vivo: hay que conocerlo porque no hay dos iguales. Un órgano es una caja de sorpresas por abrir y descubrir.
4. Transmisión mecánica o eléctrica
Esta pregunta se adapta al gusto de cada organista, pues hay a quienes les gusta tocar suave y oír lo que tocan al mismo tiempo y a quienes les gusta descargar toda su fuerza aporreando el teclado y disfrutando de la sensación magnifica de tocar uno de los pocos instrumentos del mundo que se hacen artesanalmente.
5. ¿Desde dónde se oye mejor en una iglesia?
El peor sitio para escuchar es en la parte de arriba de la iglesia, junto al propio órgano, que es donde suele estar el organista, precisamente. También puede ser un error escuchar el órgano debajo de una bóveda o cúpula. Con diferencia, el mejor sitio para disfrutar de los sonidos de esta reliquia patrimonial es en la parte de abajo, en la nave central, separados un poco del instrumento. No suena igual para el organista que toca al lado del instrumento que para el espectador que escucha en la parte inferior un poco alejado. Pero también hay que tener en cuenta el tamaño del templo y sus características, claro. Igualmente hay órganos que tienen varias fachadas o distribuyen el aire por varios sitios a la vez.
6. ¿Cuál sería un órgano “10”?
Tampoco es fácil. Un órgano “de 10” es aquel que se adapta mejor a las necesidades y gustos del que lo toca. Quizá, por definición, grande (refiriéndonos a un gran número de registros), con fuelle suficiente, con pedalero cómodo y con una musicalidad y sonido exquisitas. Pero también hay órganos pequeños que son maravillosos. A mí me gustaría probar, concretamente, el del Palacio Real de Madrid.
Raúl del Toro. (http://www.serviciocatolico.com/raul-del-toro-sola.html)
Después de buscar información radiofónica sobre el órgano, encontramos que Radio Nacional de España, Radio Clásica, tiene en antena un programa sobre el órgano de tubos. Decidimos ponernos en contacto con la persona que dirige el programa y resultó ser Raúl del Toro y nos contestó también. (Para acceder a los podcats de su programa.) (Desde 2016 el programa es dirigido por Jesús Gonzalo y se emite los domingos a las 8 de la mañana y desde el verano de 2017 el programa ya no se emite.)
Raúl del Toro es profesor del Conservatorio Superior de Música “Pablo Sarasate” de Pamplona. Por correo, entre otras cosas, nos ha escrito lo siguiente:
“Me parece extraordinaria vuestra iniciativa. Ánimo.
Sobre el órgano como bien patrimonial: sin duda lo es. Ha habido importantes políticas de conservación y restauración en diversos lugares de España. Y en Europa, por supuesto. La idea fundamental es que el órgano es una auténtica obra de arte, sobre todo cuando se ha conservado en estado original, no adulterado ni modificado, y es representativo de una escuela de organería histórica: puede ser del siglo XVI, XVII, XVIII o XIX o incluso comienzos del siglo XX. A mitad del siglo XX se da una cierta industrialización de la organería que hace que estos instrumentos sean algo menos valorados, pero los criterios/modas en estas cosas cambian con cierta frecuencia.
En cuanto a posibles iniciativas, lo primero es siempre dar a conocer este patrimonio. Lo mejor es detectar algún órgano o alguna zona que tenga órganos de valor y estén olvidados. Lo segundo es sensibilizar a las autoridades responsables: las eclesiásticas y las civiles. Desde luego, lo peor para un órgano es que no se use. Por eso el gran problema es que muchas regiones los órganos, funcionen o no, no son vistos como algo que se pueda utilizar en la liturgia habitual del lugar donde está. Por eso es importante fomentar que haya quien lo toque, creando escuelas de organistas para muchachos que estudien piano en escuelas de música, etc.
Y luego está el tema económico. Hace falta reinventar la estructura humana del órgano. Desde las desamortizaciones del siglo XIX hemos ido cuesta abajo. Cuando no hay una remuneración al organista, deja de haber organistas competentes, los órganos dejan de sonar bien, o dejan de sonar en absoluto, se abandonan... en fin, es como un dominó.
(…) Un abrazo y mucho ánimo.”
Después de buscar información radiofónica sobre el órgano, encontramos que Radio Nacional de España, Radio Clásica, tiene en antena un programa sobre el órgano de tubos. Decidimos ponernos en contacto con la persona que dirige el programa y resultó ser Raúl del Toro y nos contestó también. (Para acceder a los podcats de su programa.) (Desde 2016 el programa es dirigido por Jesús Gonzalo y se emite los domingos a las 8 de la mañana y desde el verano de 2017 el programa ya no se emite.)
Raúl del Toro es profesor del Conservatorio Superior de Música “Pablo Sarasate” de Pamplona. Por correo, entre otras cosas, nos ha escrito lo siguiente:
“Me parece extraordinaria vuestra iniciativa. Ánimo.
Sobre el órgano como bien patrimonial: sin duda lo es. Ha habido importantes políticas de conservación y restauración en diversos lugares de España. Y en Europa, por supuesto. La idea fundamental es que el órgano es una auténtica obra de arte, sobre todo cuando se ha conservado en estado original, no adulterado ni modificado, y es representativo de una escuela de organería histórica: puede ser del siglo XVI, XVII, XVIII o XIX o incluso comienzos del siglo XX. A mitad del siglo XX se da una cierta industrialización de la organería que hace que estos instrumentos sean algo menos valorados, pero los criterios/modas en estas cosas cambian con cierta frecuencia.
En cuanto a posibles iniciativas, lo primero es siempre dar a conocer este patrimonio. Lo mejor es detectar algún órgano o alguna zona que tenga órganos de valor y estén olvidados. Lo segundo es sensibilizar a las autoridades responsables: las eclesiásticas y las civiles. Desde luego, lo peor para un órgano es que no se use. Por eso el gran problema es que muchas regiones los órganos, funcionen o no, no son vistos como algo que se pueda utilizar en la liturgia habitual del lugar donde está. Por eso es importante fomentar que haya quien lo toque, creando escuelas de organistas para muchachos que estudien piano en escuelas de música, etc.
Y luego está el tema económico. Hace falta reinventar la estructura humana del órgano. Desde las desamortizaciones del siglo XIX hemos ido cuesta abajo. Cuando no hay una remuneración al organista, deja de haber organistas competentes, los órganos dejan de sonar bien, o dejan de sonar en absoluto, se abandonan... en fin, es como un dominó.
(…) Un abrazo y mucho ánimo.”